El objetivo de estos exámenes, según el "New York Times", sería diagnosticar y tratar de forma temprana algunas enfermedades poco conocidas.

Sin embargo, la propuesta ha suscitado la oposición de diversas organizaciones que argumentan que el daño físico y emocional que acarrean este tipo de pruebas supera los beneficios que pueden derivarse de ellas.

Según los detractores de la implantación de estos exámenes, sólo existe tratamiento para cinco o seis de estas dolencias, mientras que para el resto se desconoce si el tratamiento puede ser de ayuda o empeora la situación.

Los exámenes que el grupo federal propone introducir están diseñados inicialmente para diagnosticar veintinueve enfermedades, pero a través de ellos se pueden descubrir otras veinticinco enfermedades más, y de estas últimas sólo se sabe que son anomalías, pero no las consecuencias que pueden tener y si pueden dar lugar a problemas de salud en el futuro.

Actualmente varios estados practican este tipo de pruebas, pero la normativa varía, y mientras en unos sólo se pretende detectar cuatro enfermedades, en otros se investigan hasta treinta y cinco. Por ello, la propuesta federal tiene por objetivo que se aplique el mismo criterio en todos los estados del país.