En 2003, 176 millones de jornadas laborales se perdieron por absentismo laboral por enfermedad, diez millones más que el año anterior. Las bajas laborales y otros subsidios por enfermedad tienen un coste para la sanidad británica cercano a los 19.000 millones de euros, por lo que reducir este gasto constituye una de las prioridades del gobierno.

Para la industria este coste se sitúa en torno a 16.000 millones de euros anuales.

Durante la pasada década, las bajas por problemas de espalda han descendido un 42% en el Reino Unido, mientras que se ha duplicado el número de personas que solicitaban la baja por problemas de estrés producidos o empeorados por el trabajo.

Sin embargo, según la investigación de Henderson, no se ha registrado un incremento de los problemas mentales en la población, sino que más bien ha aumentado la predisposición de los trabajadores a atribuir su enfermedad al estrés, y solicitar la baja laboral.

Problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad son tratados principalmente por los médicos de cabecera, que a menudo tienden a prescribir antidepresivos para tratarlos, debido a la falta de personal en los servicios de psicología, donde las listas de espera son habitualmente largas.

En 2004, la Agencia de los Fármacos y la Salud, tras una investigación de un año de duración sobre el uso de los fármacos antidepresivos, aconsejó a los facultativos que no se recurriera a estos medicamentos como primera opción de tratamiento en los casos de depresión leve a moderada. En su lugar, esta agencia recomendaba terapias de sueño y ejercicio físico, para tratar estos problemas psicológicos.

Por su parte, los autores del informe del BMJ recomiendan la intervención de terapeutas ocupacionales en el lugar de trabajo, para ayudar en su reincorporación a los trabajadores que tras un largo periodo de baja temen que la vuelta a la vida activa empeore sus problemas de ansiedad y depresión.