Lo hizo en su intervención en la comparecencia de Sánchez en el Congreso para dar cuenta de los últimos consejos europeos, la reciente reunión con Marruecos y la situación de la guerra de Ucrania.

Esteban comenzó rechazado que Sánchez amalgamara la temática propia de la comparecencia a cosas de la política nacional, hasta componer una suerte de Debate sobre el Estado de la Nación, y, ya entrando en harina, le preguntó qué ha hecho para mejorar la conectividad con Francia, cuáles son sus ideas para el pacto de inmigración y asilo.

En esta línea, subrayó que en España no se ha desarrollado el reglamento, no se puede pedir asilo y, en consecuencia, “la gente salta vallas”. Para abordar el problema, anunció que hoy mismo el PNV registraría una interpelación sobre los derechos de asilo y el desarrollo de vías de inmigración ilegal.

"VENDER EL SAHARA"

De ahí pasó a su reproche a Sánchez de vanagloriarse de la reducción de inmigrantes “a costa de vender el Sahara”, cuando además se trata de una política europea. “¿Hemos solucionado el problema por que se vayan a Italia?”, preguntó, antes de advertir al presidente: “Cuidado con las redes de inteligencia marroquíes en España, que cada vez son mayores”.

El portavoz del PNV también preguntó a Sánchez cuál es su posición acerca del plan de establecer sendas fiscales diferenciadas en Europa y de ahí le pidió que también se instauren en España, porque “no se puede exigir lo mismo a quien es solvente de quien no lo es”, quien cumple su trabajo de quien no lo hace, y porque España es “un Estado compuesto”. También le instó a que las reformas fiscales “no sean un freno a la economía”.

Trasladando sus preocupaciones sobre la autonomía vasca a la UE, Esteban terminó expresando su temor al “sesgo centralista europeo” y pidió a Sánchez que defienda en Bruselas que hay comunidades con capacidad política propia en temas como la sanidad y los temas fiscales. Igualmente, le llamó a promover una macrorregión atlántica y el uso de las lenguas cooficiales en Europa.

Por último, sugirió fijar protocolos de desarrollo de la inteligencia artificial, pues su gestión “está en manos privadas” y “puede provocar movimientos disruptivos en el mercado de trabajo y en la “capacidad de discernimiento” entre verdad y mentira.