Los primeros en notar la presencia de este nutrido grupo de personas en la acera de enfrente a la entrada de la Cámara Baja por la Carrera de San Jerónimo, unas 300 personas, fueron la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón. Ambos coincidieron a la llegada de sus vehículos oficiales y pudieron ver cómo el grupo en cuestión les aplaudía.

Posteriormente, entró el presidente de Castilla-la Mancha, José María Barreda, quien tuvo que escuchar fuertes pitos de la gente agolpada para ver pasar a los políticos.

No obstante, el momento más esperado por ese grupo, la llegada de Zapatero y su esposa, no se produjo tal y como ellos esperaban. Un autobús de dos pisos, de los que hacen un recorrido turístico por la capital, paró en ese momento ante un semáforo a la altura de la entrada al Congreso, y el grupo no pudo ver cómo el coche del jefe del Ejecutivo entraba directamente al patio de cocheras.

Cuando ya se quisieron dar cuenta las personas reunidas en la acera de enfrente, Zapatero y su esposa ya habían salido del vehículo oficial y enfilaban la entrada del Hemiciclo. Sólo entonces pudieron escuchar gritos de "¡fuera, fuera!".