En una conferencia sobre "Galicia, la cultura del cambio", el candidato socialista repasó la historia reciente de esta comunidad para recordar que en ella el caciquismo oligárquico echó en siglos pasados "raíces profundas que llegan hasta el momento presente".

Ello, unido al empobrecimiento de la guerra civil y de la posterior dictadura, hunde a Galicia en un atraso respecto al resto de España que no comienza a superarse hasta entrada la democracia, gracias, dijo, a la solidaridad de Europa y del resto de España durante los gobiernos socialistas.

Pérez Touriño no tuvo reparo alguno en reconocer que Manuel Fraga "se ha esforzado" durante los primeros años de su mandato por ser un digno presidente de la Xunta, pero denunció el "estancamiento" registrado, precisamente, con gobiernos del PP en España.

Recordó el vertido del "Prestige" como punto culminante de una "endemoniada mezcla de desbarajuste, ineficacia, mentiras e irresponsabilidad" que indignó a los gallegos y sacó a la luz "una Galicia nueva y fuerte, activa y emprendedora en lo social, en lo económico y en lo cultural, y con una vigorosa conciencia cívica y democrática".

Esa Galicia, añadió, "ya no acepta una manera de gobernar vieja, rutinaria y basada en una propaganda agresiva y manipuladora".

El candidato socialista concluyó que en las elecciones del próximo 19 de junio hay dos opciones: esa nueva Galicia o la "adormecida e inmovilista" representada por el PP,

"Es una Galicia en declive, heredera de muchos siglos de miedo y pasividad, todavía prisionera de una sujeción endémica a los que mandan, a los que otorgan subvenciones y ayudas, a los que pueden colocar a un pariente en algún recoveco de la administración pública", describió.

Esa Galicia tiene como candidato a Fraga, "que puede exhibir el dudoso mérito de no haber sabido ni haber querido resolver su sucesión, y de haber contribuido grandemente, con su enfermizo apego al poder, a convertir su partido en una auténtica jungla en la que se enfrentan a diario, cada vez con más saña, la guerrilla de las boinas y la guerrilla de los birretes".

El instrumento de Fraga para hacer política, explicó, es "una propaganda de regusto rancio". "Agendas tan repletas como inútiles, exhibiciones casi circenses de hiperactividad, muertes de urogallos y de corzos, inauguraciones de verbenas y fiestas gastronómicas a tutiplén, todo ello sazonado de declaraciones tan sonrojantes como ofensivas contra las mujeres, contra los colectivos homosexuales y contra los usuarios de preservativos".

"Fraga hoy ya no es líder de nada, ni siquiera de su propio partido. Sólo es el símbolo antiguo y decadente de un tiempo ya pasado y de una mentalidad trasnochada", sentenció.

Frente a esa Galicia, Pérez Touriño se erigió en candidato de otra "muy viva y muy despierta", con ganas de cambio para mostrarse entera "más moderna, más dinámica, más competitiva, más solidaria, pero también más exigente. Y eso será bueno para Galicia, pero también será bueno para España".

Pidió por ello "un voto de confianza" para formar un gobierno "para todos, transparente, próximo, que escuche a la gente, que colabore con los otros gobiernos, abierto, dialogante y paritario".

"Hace un año", recordó, "los españoles decidieron en las urnas poner fin a un ciclo político y abrir un nuevo período. Ha llegado el momento de que los gallegos hagamos lo mismo. Lo haremos con serenidad, con tranquilidad y sin ningún ánimo de revancha. Lo haremos porque es lo lógico. Porque es lo razonable. Porque la renovación es imprescindible. Y porque la gran mayoría de los gallegos sabe que esto es lo que conviene a Galicia en estos momentos".