Este fenómeno se da, sobre todo, entre personas que s definen más por su ocupación profesional que por su vida familiar o social, según un estudio de la Industrial Society de Londres, del que informa el diario británico "The Independent".

Este orden de preferencias también se ve impulsado por la actitud de los empresarios de querer anteponer el trabajo a las vidas privadas de su personal y de separar ambas esferas, con lo que esas personas terminan considerándose más felices en su entorno laboral.

Por esta razón, cuando una persona pierde su trabaj siente que le falta también el control de su vida, situación que le produce gran angustia. La salud mental de los entrevistadas que habían perdido su empleo era un 50% más baja que las que habían perdido a sus parejas.

Además, los expertos comprobaron que la reducción de ingresos económicos no influye demasiado en los niveles de felicidad de las personas que habían perdido su empleo, lo que demuestra que éstas están interesadas también en los beneficios no monetarios del trabajo. Asimismo, volver al rabajo después de un período de paro fue considerado como uno de los mejores momentos en la vida de muchos.