Su discurso en la solemne sesión de apertura de la VIII Legislatura comenzó con un recuerdo a las víctimas del atentado del pasado 11 de marzo.

"Un jueves como hoy, hace exactamente seis semanas, el más brutal ataque terrorsta nunca sufrido por España nos sumía en un dolor y una indignación difíciles de contener", recordó el monarca.

Ante los legítimos representantes del pueblo español, sus primeras palabras fueron "de profundo homenaje hacia cuantos perdieron la vida, de afecto y cercanía a sus familiares, de aliento a los cientos de heridos y a sus familias, así como de llamamiento a la unidad y firmeza de todos los demócratas en la lucha contra el terrorismo".

Pese a ese "recuerdo inexcusable", el monarca reafiró también su esperanza en el futuro de España, ya que los dramáticos sucesos del 11-M demostraron también la buena coordinación de las administraciones y la solidaridad y generosidad del pueblo español.

Más adelante recordó que durante años el terrorismo ha intentado quebrar el marco de convivencia, sembrando muerte, sufrimiento y desgracia, con una nueva "dimensión" de la violencia que irrumpió el 11 de marzo.

"Resulta evidente que acabar con el terrorismo tiene que constituir, en esta legislatua, un objetivo prioritario del conjunto de las fuerzas democráticas, desde la firmeza del Estado de Derecho. Necesitamos, por todo ello, fortalecer una cultura de unidad para luchar contra la barbarie terrorista que conmueve a nuestra sociedad e intensificar la cooperación internacional, especialmente en el ámbito europeo".

Previamente, el presidente del Congreso de los Diputados, Manuel Marín, dedicó también sus primeras palabras a recordar a las víctimas del 11-M. A sus familias les recordó "que siepre estarán en el corazón y en el espíritu de nuestro Parlamento".

Pidió por todos ellos "un momento de silencio, de respeto y de recogimiento" que fue rigurosamente guardado por todos los asistentes puestos en pie.