"Los resultados los hemos obtenido con una toxina que se inyecta en la zona del músculo más afectado. Así, durante ese período en el que los músculos no están contraídos, el niño puede aprendr con la ayuda del fisioterapeuta esquemas de movimientos, además de adquirir mayor capacidad experimental y evitar deformaciones musculares", explicó el especialista.

Según el doctor Narbona, esta toxina retrasa la necesidad de realizar intervenciones ortopédicas en los niños con parálisis cerebral, de modo que el niño dispondrá del tiempo suficiente para completar su crecimiento.

La parálisis cerebral afecta anualmente a 1,5 de cada mil niños recién nacidos. Aunque durante muchos años esta cifr no ha variado, si lo han hecho las causas y las manifestaciones clínicas.

"Antes se veían más niños tetrapléjicos debido a un parto complicado o a las secuelas de la miningitis. Ahora, en cambio, se han reducido los casos de parálisis cerebral por estos motivos, mientras que han aumentado el número de displejias espásticas que se producen en un pequeño porcentaje de los niños prematuros", indicó el doctor Narbona.

En opinión del especialista, el diagnóstico de la parálisis cerebral se puede llevr a cabo en el primer año de vida. Aquellos niños que siguen un tratamiento durante los primeros años pueden desarrollar una mayor autonomía que otros con la misma lesión y en los que se ha intervenido tardíamente.

En el 80 por ciento de los casos la parálisis cerebral no altera la inteligencia del niño. "Esta lesión únicamente conlleva una dificultad motórica que podría limitar las posibilidades de expresión del niño," concluyó el doctor Narbona.