Los futuros santos que perdieron la vida en la localidad asturiana de Turón son ocho sacerdotes de las Escuelas Cristianas (Cirilo Bertrán, Marcelino José, Victoriano Pío, Julián Alfredo, Benjamín Julián, Augusto Andrés, Benito de Jesús y Aniceto Adolfo) y el religioso pasionista Inocencio de la Inmaculada. l sacerdote asesinado durante la Guerra Civil era el hermano de La Salle Jaime Hilario Barbal.

Los diez fueron beatificados el 29 de abril de 1990 en la Plaza de San Pedro. El pasado 21 de diciembre, Juan Pablo II promulgó el decreto de reconocimiento de un milagro obrado por intercesión de los Beatos Mártires de Turón, como paso previo a la canonización.

El milagro, según la Iglesia católica, ocurrió, el mismo día de su beatificación, en la persona de la joven nicaragüense Rafaela Bravo Giró, grvemente enferma de un cáncer en el útero. Rafaela Bravo se había encomendado fervientemente a los entonces nuevos beatos, y por la noche, tras sentir unos dolores fortísimos, logró expulsar una masa visceral extraña, que supuso su total recuperación.

Según la Iglesia católica, este milagro ha sido certificado como tal por varias comisiones de médicos, científicos y teólogos. El Papa también ha reconocido la intercesión en este milagro de Jaime Hilario Barbal.