PAMPLONA ESTALLARA MAÑANA EN FIESTAS TRAS EL 'CHUPINAZO' DE LOS 'SANFERMINES'
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A pocas horas del inicio de los 'Sanfermines', Pamplona vive inquieta el momento en que desde el balcón del Ayuntamiento de la ciudad se lance el 'chupinazo' con el que comenzarán las fiestas en honor al patrón.
El vallado del encierro lleva varios días colocado, los bares tienen sus bodegas abrrotadas y los pamplonicas van y vienen realizando mil compras de última hora, conocedores de que del 6 al 14 poco van a poder adquirir en los comercios.
Todo está dispuesto. Los abonos para las corridas ya han sido retirados, las cuadrillas han comprado la comida y bebida para ir bien provistas a los tendidos de sol, las calles empiezan a llenarse de extranjeros despistados, las ganaderías están ya en los corrales y la ciudad vive intranquila las horas de espera.
Cuando a las 12 horas de mañana,miércoles, estalle el cohete anunciador de las fiestas, las calles de Pamplona, sobre todo las del Casco Viejo, se llenarán de personas dispuestas a celebrar, un año más, las que muchos consideran mejores fiestas del mundo.
Miles de personas esperarán, pañuelo en mano, a que el concejal encargado de turno prenda la mecha y, mientras el artefacto estalla, miles de botellas de cava le harán coro.
Por segundo año consecutivo, y por decisión de la alcaldía, el 'Riau Riau' ha sido suprimido del prograa oficial. Tras los graves disturbios de 1991, con un intento de asalto al Ayuntamiento y varios heridos, el tradicional acompañamiento de los mozos a los concejales hasta la iglesia de San Lorenzo no existirá.
Pero en la tarde del 6 de julio poco hace falta para sentirse bien en Pamplona. Y aún quedará la primera noche de fiestas, las dianas mañaneras y el encierro del día 7, festividad del patrón. Junto a la procesión de esa mañana y la corrida de la tarde los primeros y más intensos momentos habránllegado a su fin, aunque restarán todavía muchas horas de jolgorio, jornadas dedicadas a los niños, a los mayores y a los vecinos bajonavarros.
Franceses, habitantes de las comunidades limítrofes con Navarra y muchos residentes en ésta esperarán al fin de semana para acercarse a Pamplona, ciudad que en esos días alcanzará un número de residentes impensable el resto del año, al triplicar por tres su población.
Pero no todos los pamploneses permanecen en la ciudad durante los 'Sanfermines'. Son tamién miles los que escapan de la misma y disfrutan sus vacaciones lejos del ruido. Los motivos se repiten año tras año.
Además de quienes no gustan de esta fiesta callejera, están aquellos matrimonios con niños demasiado pequeños para poder compaginar su cuidado con la juerga. No hay que olvidar tampoco a las personas que deben decidir entre gastar sus ahorros en Pamplona o disfrutar de un descanso fuera de la ciudad.
Sin embargo, Pamplona estará hasta los topes. Hoteles, campings, casas particulaes y cualquier rincón en el que se pueda descansar durante unas horas se hallará repleto. Lo mismo ocurrirá en restaurantes y bares, que tradicionalmente suben sus precios.
A su modo, los días festivos se celebrarán en instituciones alejadas de la algarada callejera. Mientras el Hospital Psiquiátrico tiene previstos una serie de actos para que sus internos puedan sentirse más cerca de la ciudad, el Hospital de Navarra ha preparado menús especiales, más caprichosos.
Mientras los días vayan pasando el cuerpo comenzará a sentir el rigor de las horas de baile, el exceso de bebida y comida y las pocas horas de descanso. En la medianoche del día 14, el "Pobre de mí" se convertirá en el himno oficial para lamentar que todo haya finalizado. Unashoras antes, los gigantes y cabezudos serán recogidos hasta el próximo año y el último toro de lidia morirá sobre la arena del coso pamplonés. Entonces, miles de gargantas gritarán "¡Ya falta menos!".
(SERVIMEDIA)
05 Jul 1994
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