En el acto, estuvieron presentes la directora del citado centro penitenciario, Ana Acosta; la responsable del centro "Dorado Montero", Maricé Romero, y el coordinador de departamentos técnicos de la Fundación ONCE del Perro Guía, Manuel Enríquez.

Acosta y Romero destacaron lo útiles que pueden resultar estos perros en los programas de inserción de los internos en diferentes iniciativas denominadas de "reparación del daño" que éstos hayan podido ocasionar con sus conductas a las personas y a la sociedad.

Para ello, los internos participan en diversas actividades de voluntariado con ancianos, discapacitados y, a partir de ahora, en la atención y cuidado de perros guía jubilados.

Por su parte, Manuel Enríquez, mostró su satisfacción por el hecho de que estas personas puedan participar en los programas de voluntariado de la Fundación, como lo hacen ya muchas familias españolas, ocupándose de los futuros perros guía en su primer año de vida, o acogiendo a los que ya se han jubilado o aquéllos que no han logrado reunir las condiciones necesarias para ser guía de ciegos.

Azor, un perro guía jubilado, labrador amarillo de 12 años, y Úbeda, una labradora negra de año y medio, se emplearán en las terapias de intervención con animales, complementarias de los programas de inserción social de los reclusos que se encuentran en régimen abierto.

Los internos tendrán la oportunidad de atender a estos canes y cubrir sus necesidades cotidianas, mientras que los perros les podrán transmitir todo su potencial afectivo, su amistad, su lealtad y su alegría.

El Centro "Pedro Dorado Montero", dependiente del Centro Penitenciario de Topas (Salamanca), es un área de inserción social que ayuda a los internos en la fase final de sus condenas. En este momento, trabaja con 20 internos, que han mostrado su entusiasmo con el proyecto de los perros guía.

La Fundación ONCE del Perro Guía es la encargada en España de proporcionar gratuitamente a las personas con discapacidad visual un perro guía que le ayude a desplazarse con más autonomía y seguridad.

El adiestramiento de estos canes dura alrededor de dos años, en el primero de los cuales conviven con una familia voluntaria, que les inicia en su educación y socialización. Desde su puesta en marcha hace unos 15 años, la Fundación ha entregado más de 1.000 perros adiestrados.