Otra de las conclusiones es que una de cada tres muestras de cordero tenía rastros de antibióticos, lo que evidencia la medicación con fines preventivos (no es lógico que la tercera parte de los lechales y recentales que formaban el conjunto hubieran estado enfermos) y el no respeto del periodo de espera antes de sacrificarlos si ha habido que suministrarles antibióticos.

La OCU compró 27 piernas de cordero (9 de lechal y 18 de recental o ternasco) en otras tantas carnicerías de Madrid, Badajoz, Segovia y Zaragoza.

Tras llevarlos cuidadosamente al laboratorio, fueron analizadas para detectar la presencia de antibióticos, carga microbiana, Escherichia Colli, Salmonella y otros gérmenes.

Uno de los corderos, de un establecimiento madrileño, tenía Salmonella y en más de la tercera parte (11 muestras) había Scherichia Colli en cantidades inaceptables, lo que desvela una mala práctica o problemas durante el sacrificio o la posterior manipulación.

Otro indicador de poca higiene es la presencia de Staphilococus Aureus, que se encuentra en la piel y el pelo de hombres y animales. Lo tenían cinco de las muestras.

Tras estos resultados que recoge el número de diciembre de la revista "OCU-Compra Maestra" hay una explicación. El cordero no se encuentra entre las carnes favoritas de los consumidores españoles, salvo en las fiestas de Navidad, pero en esta época no es cuando las ovejas paren más, sino que lo hacen en primavera. Excepto en determinadas fechas, el cordero se vende poco y las carnicerías "apuran" demasiado la vida útil del producto, como demuestran los análisis de la OCU.