Monseñor Azagra parte de la constatación de la gravedad de la crisis, con el desmantelamiento y cierre de empesas y la crisis de sectores productivos, como el de la conserva de Molina de Segura, que están llevando a la incertidumbre a cientos de familias "sumidas en la desesperación y en la angustia, la amenaza desoladora ante las preocupantes perspectivas que se les presentan".

El obispo expresó su solidaridad y la cercanía de la Iglesia "con el sufrimiento y la angustia de tantas familias, preocupadas por el incierto futuro que se avecina".

A su juicio, "el Gobierno regional, los partidos políticos, ls organizaciones empresariales, los sindicatos... deben aunar esfuerzos para que el trabajo siga siendo una realidad en nuestra región. Una sociedad donde el derecho al trabajo se niega sistemáticamente y las medidas de política económica no permiten a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, no puede conseguir su legitimación ética ni garantizar la justa paz social".