El prelado afirma que la salida de la crisis debe empezar por "un cambio de mentalidad, de cara a una distribución más justa de la riqueza.

Para Jaime Camprodon, la base en la que debe cimentarse el progreso no está ni en la tecnología ni en la economía, sino en la persona en sí, por lo que es necesario un cambio de mentalidad y una revisión profunda de las actividades social y colectiva.

En la creación de estas nuevas estructuras mentales considera fundamental la función educativa de la familia, la escuela y los medios de comunicación, como medios formativos de la persona.

La Iglesia, según monseñor Camprodon, no puede aporta soluciones técnicas, pero sí es su deber como institución manifestar su opinión y hacer notar que, "en todo proyecto o empresa, la persona es el primer valor y punto de mira."