La FAO ha explicado que la bioenergía se obtiene a partir de biocombustibles (combustibles sólidos, biogás, combustibles líquidos como el bioalcohol etílico y el biodiésel) procedentes de cultivos tales como la caña de azúcar, la remolacha, el maíz, el carbón vegetal, los desechos agrícolas y productos derivados, los residuos forestales, el estiércol y otros.

Asimismo, recuerda que unos dos mil millones de personas, que en su mayoría viven en las zonas rurales de los países en desarrollo, carecen todavía de electricidad o de otros servicios modernos de energía.

Como ejemplo, la Organización cita Africa Subsahariana, donde más del 90 por ciento de la población rural vive sin tener acceso a la electricidad.

En este caso, el recurso a la bioenergía con sus dos componentes principales repercutiría significativamente en mejorar las condiciones de vida.

También existe una relación directa entre el uso de esta energía con el desarrollo económico, especialmente en las zonas rurales, ya que suscitaría en las pequeñas y medianas empresas el interés por invertir en las nuevas oportunidades presentadas por la producción, la preparación, el transporte, el comercio y el uso de biocombustibles.

Los gobiernos y el sector privado de los países desarrollados muestran cada vez más interés por el uso de biocombustibles derivados de la biomasa agrícola y forestal. Los combustibles biológicos líquidos han ganado importancia, sobre todo en el sector del transporte.

La FAO añade que en Estados Unidos y la Unión Europea, "la sustitución de hasta un 13 por ciento de combustibles derivados del petróleo con combustibles líquidos (bioalcohol etílico y biodiesel) parecería un objetivo factible a corto plazo teniendo en cuenta los terrenos cultivables disponibles".