LOS MANDOS DE "LOS BOINAS VERDES" NIEGAN HABER MALTRATADO A LOS 18 RECLUTAS QUE LES DENUNCIARON
- El fiscal pedirá dos años de prisión para los cinco mandos inculpados en el proceso que juzga un tribunal militar
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Los cinco mandos militares, un alférez y cuatro cabos primera acusados de infligir malos tratos a 18 reclutas del Cuerpo de Operaciones Especiales 7(COE) de Palma de Mallorca, para quienes el ministerio fiscal solicita dos años de prisión a cada uno de ellos, negaron hoy en la vista oral los hechos que se les imputa.
La primera sesión de la vista oral del juicio por este caso se celebró hoy en el salón de actos de la base general Asensio, lugar donde se produjeron los hechos denunciados entre 1993 y 1994.
Los inculpados, que declararon por espacio de tres horas, aseguraron al magistrado coronel auditor Lázaro Montero que nunca recurrieron a os malos tratos, ni físicos ni psíquicos, durante la instrucción de los reclutas.
La vista oral, a la que asistieron alrededor de 60 personas, entre familiares de los acusados, militares y periodistas, se inició a las diez de la mañana con la declaración del alférez José Diego López, de 31 años, quién explicó que su misión "es la de entrenar hombres para matar y no para misiones humanitarias, por lo que debía aplicar unas normas de endurecimiento que, por otra parte, favorecían el compañerismo y la abegación".
En su relato, y a preguntas del fiscal militar, capitán auditor Angel Ribas Areales, sobre los sistemas de entrenamiento que aplicaba, López señaló que "nunca he tocado a ningún soldado y que después de 14 años de experiencia nunca me pongo nervioso".
No obstante, sí reconoció haber tomado medidas correctoras sobre el soldado Gerardo Juárez, natural de Tarrasa, al que "expulsé de la unidad que dirigía porque se escaqueaba de todos los ejercicios", aunque negó haberle maltratado.
A etición del abogado de la defensa, José Diego López explicó que la fase de endurecimiento del recluta se prolonga por espacio de 10 días, en los que no se permite el aseo personal diario ni la ingestión de alimentos, salvo de una mínima cantidad de agua al día. Por contra, se permitía el combate cuerpo a cuerpo entre los soldados, donde se llegaban a utilizar armas blancas.
Otra fase consistía en la formación moral del soldado, basada en "la tradición y el orgullo por la bandera, el Cuerpo y España". postilló que "son mejores 20 soldados buenos que 40 malos" e insistió en que "el recluta nunca debe saber lo que va a hacer al minuto siguiente y que, en fase de supervivencia, debe acostumbrarse a situaciones duras donde deba buscarse su propio alimento y duerma a la intemperie, y mejor si llueve o hay una temperatura de veinte grados bajo cero".
Agregó que "lo de comer lagarto, beber sangre o arrancar de cuajo la cabeza de una gallina con los dientes, es sólo un bulo. El soldado debe prepararse, no bstante, para matar al enemigo y eso requiere cierto entrenamiento", precisó.
En un relato pormenorizado de los dos incidentes más graves denunciados por los reclutas, el alférez recordó como uno de los reclutas apuntó accidentalmente "en unas décimas de segundo" a un cabo instructor durante una prácticas de tiro. "En ningún momento golpeé al soldado por su acción que, en todo caso, sí reprobé", dijo
Uno de los aspectos más destacados de su exposición, sobre las normas de entrenamiento que se aplcan en este cuerpo especial, se refirió "al vínculo entre el soldado y el agua".
En este sentido, reconoció haber ordenado que "los reclutas pisaran o se arrastraran por un charco", acción habitual que fue denunciada por los reclutas como "vejacion constante" y que el alférez justificó "como parte esencial del entrenamiento, ya que es normal que un soldado esté mojado durante todo el día".
Del mismo modo, incluyó en ese "catálogo" de entrenamiento la práctica de la "silla eléctrica", que consisteen obligar al soldado a permanecer en estado de cuclillas, sin apoyo alguno, durante un determinado espacio de tiempo. Este "ejercicio", como lo calificó, "supone un entrenamiento para hacer frente a una situación en la que el soldado ha sido hecho prisionero".
"Al considerar que nuestro enemigo más evidente en la actualidad será siempre un soldado integrista islámico, debíamos someter a nuestros hombres a pruebas de este tipo u otras de índole psicológico, como exponerles a oir música árabe como form de tortura", indicó.
Tras su declaración, hicieron lo propio los cuatro cabos primera, Miguel Ochogavía, Antonio Sitges, Antonio Sánchez y Rafael Carrascosa, quienes corroboraron las explicaciones de su superior, negando haber maltratado a los soldados denunciantes.
Posteriormente, se pasó un vídeo de una marcha en la que participaron inculpados y denunciantes y se procedió a la lectura de tres cartas personales de manos de la COE de diversas provincias españolas, con el objeto de "detallar gráfcamente el espirítu de este cuerpo especial y el grado de camaradería que se alcanzaba entre mandos y soldados", señaló el abogado defensor.
La vista oral quedó suspendida a la una de la tarde y se reiniciará mañana, martes, a las diez de la mañana con la declaración de cada uno de los 18 reclutas denunciantes y alrededor de cuarenta testigos. La vista concluirá, según lo previsto, el próximo miércoles.
(SERVIMEDIA)
06 Feb 1995
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