El objetivo de la obligación a realizar la pruebas del ADN a las aves rapaces es evitar los expolios, según el citado responsable, que afirmó que la identificación de las aves a través de esta prueba analítica es la prmera vez que se realiza de manera oficial en la CAM y persigue "impedir la cetrería con ejemplares robados de sus nidos".

La huella de ADN la realizará el Departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria, en colaboración con Medio Ambiente. Esta experiencia forma parte de los programas firmados entre ambas instituciones para proteger la población de la fauna silvestre de la CAM.

Los resultados de las pruebas quedarán en manos de los técnicos de Medio Ambiente, que comprobarán el núero de aves nacidas en cautividad, las únicas permitidas para la cetrería desde 1993.

La citada consejería instalará una anilla pequeña a cada una de las aves nacidas en cautividad y, a través de las muestras del ADN, podrá comprobar que las nuevas aves que nazcan habrán sido procreadas por ejemplares que llevan esa señal.

Según Medio Ambiente, la falta de pruebas que identifiquen a las aves rapaces criadas en centros especializados ha motivado en los últimos años un incremento de los expoliadore, que venden pollos como ejemplares nacidos en cautividad.

Además, la huella genética obtenida del ADN servirá como prueba válida para inscribir a estas aves en un catálogo de especies cetreras, con el objetivo de regular esta práctica cinegética. La identificación de las aves cetreras criadas en cautividad también evitará la mezcla con especies alóctonas y potenciará el nacimiento de ejemplares autóctonos de la CAM.

En la CAM hay más de 700 aves rapaces censadas. El halcón peregrino, el azor y e cernícalo son las especies predominantes, con unos 400, 150 y 50 ejemplares, respectivamente. Las 200 aves rapaces restantes están integradas por 35 especies.