La exposición recuerda a los diplomáticos que, entre 1939 y 1945 desarrollaron su labor en territorios bajo administración alemana o gobiernos colaboracionistas de países ocupados.

Es el caso de Eduardo Propper de Callejón y Bernardo Rolland de Miota en Francia; de Sebastián Romero Radigales, en Grecia; José Ruiz Santaella, en Alemania; Julio Palencia, en Bulgaria; José Rojas, en Rumanía; o Ángel Sanz Briz, en Hungría.

A pesar de su cercanía a Hitler, los vaivenes del régimen franquista respecto a los judíos permitieron que entre 1939 y 1942 unos 35.000 judíos europeos pudieran ponerse a salvo de los nazis cruzando la frontera de España, unos 15.000 de forma ilegal y el resto con un visado expedido por algun cónsul español.

Cuando Alemania aprobó la "solución final", el exterminio de los judíos, el régimen español se volvió más restrictivo y sólo aceptó la concesión de visados en tránsito hacia países de origen o terceros países.

Sólo la insistencia de algunos diplomáticos permitió que a partir de 1943 se admitiera la repatriación de los judíos de origen sefardí con la nacionalidad española acreditada, pero con el deber de abandonar España.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial había en Europa cerca de 200.000 judíos sefardíes, de los que unos 3.000 tenían reconocida la nacionalidad española, y es a ellos a quienes se dirigieron la mayoría de las gestiones de esos diplomáticos en contra de las directrices oficiales del régimen de Franco.

La exposición se presenta en colaboración con el Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana y la Consejería de Cultura y Deporte de la Generalitat y podrá verse en el Centro del Carmen desde mañana hasta el 1 de marzo.