Llamazares criticó la tibieza del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a la hora de abordar desde un planteamiento de izquierdas y laico las relaciones entre el Estado y la Iglesia Católica.

Como consecuencia de esa "ambigüedad", ahora una parte de la jerarquía eclesiástica, que añora la época del "nacional- catolicismo", intenta imponer la moral católica a la "moral pública".

En esta situación, IU propone un decálogo para construir un "verdadero Estado aconfesional". Pide la denuncia y revisión de los acuerdos con la Santa Sede, la salida de la Religión de las escuelas, la revisión de los conciertos educativos, la autofinanciación de la Iglesia sin privilegios económicos fiscales y la elaboración de una nueva ley de creencias que derogue la Ley de Libertad Religiosa.

Continúa proponiendo un reglamento laico del ceremonial para la toma de posesión en la Administración y las instituciones públicas, la aprobación de una ley de plazos para abortar, nuevas normas sobre cuidados paliativos y muerte digna, la retirada de símbolos franquistas de las iglesias y la apertura de un Registro de Apostasía.

LA IGLESIA "NO MANDA"

Con estos "mandamientos laicos", IU no pretende "callar a los obispos", que "no se callan ni debajo del agua", según dijo Llamazares, sino dejar patente que, aunque la Iglesia tiene derecho a opinar, "no manda" sobre los preceptos de la moral pública.

El líder de IU entiende que la actitud de la jerarquía eclesiástica está alentada por el "apoyo" del PP y por la "ambigüedad" del PSOE.

En concreto, dijo que los socialistas ahora se sienten "dolidos" puesto que tras pactar con la Iglesia se han dado cuenta de que "no les ha servido para garantizarse la paz en período electoral". "Cría cuervos y te diputarán los votos", resumió Llamazares.

Para el candidato de IU, la política de priveligios mantenida por el PSOE y ese "pasar la mano por el lomo" a la Iglesia Católica sólo ha servido para que ésta "muerda la mano del Estado que le da de comer".

Llamazares enmarcó esta polémica en el desarrollo de la precampaña, que describió como un auténtico "carnaval" en el que cada uno se disfraza de lo que le parece más oportuno.

Así, el PP trata de presentarse como una "una derecha moderada y centrista" y se disfraza de "don Carnal", mientras que el PSOE se disfraza de "doña Endrina".