La acusación pública consideró provisionalmente los hecos ocurridos el 19 de julio de 1992 como un delito de amenazas, ya que contempló para el agresor el atenuante de transtorno mental transitorio. Según los médicos forenses, el policía José Luis Ramos González sufría agotamiento físico, falta de descanso y condiciones laborales deficientes.

Los hechos ocurrieron en la Villa Olímpica del Vall d'Hebron de Barcelona, cuando el acusado entró en el despacho de su superior para pedirle permiso para comer un bocadillo y tomarse unas medicinas. Después de que éte último le denegara el permiso y le dijera que le suspendería de sueldo, José Luis Ramos sacó su arma reglamentaria y disparó contra el inspector jefe.

La bala impactó en la pared de la habitación, sin tocar al inspector de policía, y posteriormente, Ramos fue reducido y detenido por otros agentes del cuartel que oyeron el disparo.

Durante la vista oral, declaró que perdió el control y que en aquellos momentos no era él mismo el que actuaba. Los forenses que le examinaron declararon hoy que sufía una psicopatía intensa con agresividad que le hizo reaccionar de forma desproporcionada en una situación de estrés.

El policía explicó a lo largo del juicio que durante la celebración de los Juegos Olímpicos se alojaban 10 agentes en una misma habitación y que, por la noche, no podían dormir a causa del ruido que hacían los vehículos que entraban y salían del Parque Móvil que se encontraba junto al edificio donde se alojaban. Asimismo, añadió que sólo disponían de un sanitario para cada 100 policía y que la comida era muy mala.