"Ese juego no existe", señaló un empleado de una de esas tiendas, "sino que había sido inventado por uno de los implicados en esa muerte, por lo tanto no está a la venta. Los juegos que vendemos en ningún caso incitan a matar, y aclaran explícitamente que se trata de una ficción, qe en ningún caso debe confundirse con la realidad".

El asesinato, el pasado día 30 de abril en Madrid, de Carlos Moreno Fernández, un empleado de limpiezas cuyo único delito era ser "mayor, gordo y calvo", como víctima de un "juego de rol" en vivo, ha puesto sobre la mesa la naturaleza de este tipo de actividades que goza de una creciente difusión en España.

A lo largo de la geografía nacional, al igual que en otros países europeos y, sobre todo, Estados Unidos, se han creado numerosos clubes de ficionados a estos juegos, existen librerías especializadas casi monográficamente en ellos y circulan más de una veintena de publicaciones, entre revistas y "fanzines", para mantener en contacto a sus adictos y darles nuevas ideas.

Varios aficionados consultados por Servimedia aseguran que habitualmente se trata de una experiencia perfectamente inofensiva, en la que los jugadores adoptan papeles para ser ellos los protagonistas de las historias, "pero puede darse la circunstancia de que participe en elos un descerebrado".

"En cualquier caso", afirmó el dueño de una librería especializada, "este tipo de sucesos hay que interpretarlos como que un psicópata ha cometido un asesinato, sin tomar en consideración que el móvil era un juego de rol. En otras ocasiones los asesinos se han inspirado en una película o un comic y no puede condenarse al cine o a los dibujantes por ello".

El caso de los dos jóvenes que apuñalaron a Carlos Moreno es, según la misma fuente, una variedad de "quijotismo", en la ue el lector acaba creyéndose la historia ficticia y lleva hasta sus últimas consecuencias una experiencia que debe ser exclusivamente lúdica.