El cliente, Derek Worrel, entró en la tienda con la intención de reemplazar una pulsera que había perdido. Cuando quiso ver una que costaba 250 libras esterlinas (unas 60.000 pesetas), el joyero, Sylvester George, le pidió un carnet, alegando que era su "nueva política" tras haber sufrido varios robos.

Ofendido, Worrel salió a la calle y pidió a un transeúnte de raza blanca que enrara en el comercio y repitiera la escena. El comerciante le enseñó la joya sin pedirle la documentación.

Worrel denunció el caso ante el Consejo de Igualdad Racial de la localidad de Wellingborough, que descubrió que el joyero no había denunciado últimamente ningún robo a la policía. Finalmente, el joyero, dueño del negocio durante 22 años, ha indemnizado a su cliente con 750 libras esterlinas (unas 178.000 pesetas) y ha firmado una documento en el que se compromete a dar "igualdad de tratamiento a tdos los clientes en el futuro".