Urra auguró "expectativas muy positivas" para la joven de 18 años, y dudó de que padezca el síndrome de Estocolmo, como han difundido los medios de comunicación.

Urra argumentó esta tesis en que fue la propia Natascha quien rompió con su captor, quien escapó de la casa, regresó a la sociedad y denunció al secuestrador. A su juicio, esto supone que la chica fue capaz de asumir que ella era la víctima y él era el verdugo.

El suicidio del secuestrador también beneficiará a la joven, en opinión de Urra, ya que, de este modo, desaparece la figura de la única persona con la que la niña tuvo contacto en estos años.

Urra señaló que, probablemente, Natascha tiene menos habilidades sociales que cualquier otra joven de su edad, ya que "ha habido estadios de su vida que no ha vivido". Por ello, lo más seguro es que necesite psicoterapia durante mucho tiempo.

Sin embargo, consideró probable que pueda desarrollarse a partir de ahora y rehacer su vida "si es intelectualmente capaz y psicológicamente estable".

Para ello, necesitará "cariño y tiempo", si bien ya ha demostrado ser "lo suficientemente fuerte como para salir" de su secuestro.

Finalmente, el psicólogo advirtió de que, para su recuperación, será necesario que olvide, y que los medios de comunicación y sus conocidos no se recreen en su tragedia ni la victimicen continuamente.