En su opinión, "es imprescindible" que los valoradores se formen previamente y que manejen unas instrucciones elaboradas para tal fin, "que sirvan como manual de uso para que la valoración se haga con los mismos criterios en todos los casos, aunque esto es competencia de cada comunidad autónoma".

Además, el experto indicó que, a su juicio, en los procesos de valoración deberían intervenir como mínimo dos profesionales: "lo ideal es un médico y una enfermera, como en Alemania", dijo.

Salvá-Casanovas dio estas explicaciones en una ponencia dentro del 48º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, que se está celebrando estos días en Pamplona.

Su ponencia giró principalmente en torno al baremo, que "consiste en una escala en la que se recogen actividades de la vida diaria necesarias" para poder permanecer en el domicilio", aclaró.

Concretamente, las actividades cotidianas que el Instituto Catalán del Envejecimiento propone para determinar si una persona es o no dependiente y en qué grado, son comer, beber, la higiene personal o vestirse, entre otras.

Se trata, por tanto, de comprobar si la persona puede realizar esa tarea de forma autónoma o el grado de ayuda que necesita para hacerlo, explicó Salvá-Casanovas.

"Dependiendo del resultado final podríamos saber el grado de dependencia de cada uno", afirmó el director del Instituto Catalán del Envejecimiento de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Tanto la escala de valoración, como la figura de los valoradores forman parte de una propuesta que este centro ha hecho llegar al Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO) para facilitar la aplicación de la futura ley de Dependencia.

El 48 Congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología finaliza hoy después de tres días de trabajo en los que alrededor de 1.500 profesionales relacionados con la atención a las personas mayores de toda España han debatido sobre cuestiones clínicas, de ciencias biológicas, sociales y del comportamiento, entre otros aspectos.