El Insalud entiende que el médico atentó contra la dignidad y el honor de las enfermas a las que atendía, razón por la que también había trasladado el caso al ministerio fiscal, por si los hecho fueran constitutivos de delito.

El médico fue denunciado por Concha Hernández, una paciente suya de la Puebla de Alfindén, pero a su iniciativa se sumaron alrededor de cien mujeres más del pueblo, además de otras de Alfamén, localidad de Zaragoza en la que el facultativo prestó servicios con anterioridad.

Concha Hernández declaró hoy a Radio Nacional que se alegra de que se haya hecho justicia y pidió que den al doctor un trabajo "en una oficina para que pueda ganar su vida, pero que lo quiten dl cuerpo médico, que no pueda hacer más daño a nadie".

En la denuncia que presentó contra el facultativo, señaló que el 8 de noviembre de 1993 acudió a la consulta de Angel de la Cal, de 47 años, casado y con dos hijos, y fue sometida a "un exhaustivo y prolongado reconocimiento físico, que incluyó toda clase de posturas denigrantes, obscenas e inmorales y tocamientos impúdicos".

Otra de las afectadAs señaló que en una ocasión el eoctor no quiso reconocerla en su consulta y acudió a visitarla a s casa, donde le hizo andar desnuda por el pasillo con las manos en la cabeza.

En unas declaraciones realizadas al diario "El País" y que Éste publicó el pasado 20 de febrero, Angel de la Cal aseguraba que no tiene nada de qué arrepentirse y añadía: "Ni soy El Lute ni el estrangulador de Boston, pero sí estoy sufriendo un linchamiento moral injustificado; no se está respetando la presunción de inocencia".

A su juicio, sus problemas son consecuencia de "un montaje de mentes calenturientas, influencas por el morbo tan de actualidad". Por su parte, el cura castrense de La Puebla de Alfidén, don Ramón, declaró que está dispuesto a defender al médico "donde sea y cuando sea".