Se trata de dos plataformas que se adhieren como apéndices ortopédicos a las piernas y que están dotadas de pistones que las lanzan hacia arriba cada vez que el caminante da un paso.

La propulsión se consigue utilizando explosiones de petróleo que se activn mediante un mecanismo de amortiguación que hace que el impulso se realice sólo cuando el caminante pisa sobre la plataforma. De esta forma, las plataformas se adaptan al ritmo de paseo de cada persona.

El artefacto cuenta con unos pequeños depósitos con capacidad para 40 mililitros de petróleo, que dan al usuario la posibilidad de andar unos 19 kilómetros sin tener que repostar en una gasolinera. Según sus creadores, las plataformas permiten correr sin apenas esfuerzo físico a una velocidad de 40 kiómetros por hora.

La idea inicial parte de los años 70, cuando los mismos ingenieros recibieron el encargo de diseñar unos aparatos que permitiesen a la infantería soviética moverse con soltura entre los carros de combate. Abandonado el proyecto durante años, fue retomado en los 90 y ha visto la luz con un objetivo mucho más comercial: convertirse en la nueva oferta lúdica de los parques de atracciones rusos.