LA IGLESIA DEFINE LA EUTANASIA COMO "HOMICIDIO", AUNQUE RECHAZA QUE LOS MEDICOS PROLONGUENLA AGONIA DE LOS MORIBUNDOS

MADRID
SERVIMEDIA

El Comité Episcopal para la Defensa de la Vida, presidido por el cardenal Narcís Jubany, acaba de editar, tras varios años de preparación, el documento sobre la eutanasia, en el que, de acuerdo con la doctrina de la Iglesia, se condena su práctica al entenderla como "un homicidio por compasión", aunque rechaza el "encarnizamiento terapeúutico" o que los médicos prolonguen la agonía de los moribundos.

"La Eutanasia, 100 cuestiones y respuetas sobre la Defensa de la Vida Humana y la Actitud de los Católicos" viene precedido de una introducción de Jubany en la que explica la oportunidad del libro en un momento en el que acaba de aprobarse en nuestro país el proyecto de Código Penal, que contempla suavizar las penas para los que incurran en estas prácticas.

Jubany dice también que el debate se ha reabiero en muchos países, especialmente en Holanda donde, "una vez más en aquel país", se ha despenalizado la eutanasia.

Estructurado en bse a 100 preguntas y respuestas, al igual que ya se hiciera con el documento sobre el aborto, el libro aborda la eutanasia con un planteamiento inicial en el que destaca la desvirtuación y manipulación del significado de "eutanasia" en el debate social, ya que, a juicio de la Iglesia, se presenta ante la opinión pública "como un crimen inhumano o como un acto de misericordia solidaria".

Para la Iglesia, "en la eutanasia un ser humano da muerte a otro, consciente y deliberadamente", y por muy presuntamnte nobles que sean las motivaciones o apropiados los medios que se utilicen para realizarla, la muerte del ser humano es el objetivo buscado, lo que supone el rechazo de la soberanía de Dios.

Si el primer capítulo aborda las cuestiones relativas a la terminología, los cinco capítulos restantes se dedican a explicar la eutanasia en relación con "el hombre, ante el dolor y la muerte", la medicina, la sociedad, el Estado y la Iglesia.

Sobre el dolor, la Iglesia considera que, como la muerte, es inhrente al hombre, y aunque "luchar por mitigarlo es positivo, y el esfuerzo de la ciencia moderna en tal sentido es encomiable", no hay que convertirlo en un valor absoluto.

"La experiencia demuestra", señala el documento, "que cuando un enfermo que sufre pide que lo maten, en realidad está pidiendo que le alivien los padecimientos, tanto físicos como morales".

NEGACION DE LA MEDICINA

Para la Iglesia, la eutanasia "es la negación de la Medicina", porque "la razón de ser de ésta es la curación de enfermo en cualquier fase de su dolencia" y porque puede "volverse contra el médico", ya que en la hipótesis de su legalización "es fácil que el médico se deslice hacia una habitualidad en la práctica de la eutanasia" o que el paciente pierda la confianza en el médico y llegue a tenerle miedo.

Sin embargo, y aunque para la Iglesia no hay diferencia entre eutanasia "voluntaria" e "involuntaria" (puesto que una vez legalizada la primera, fácilmente se cae en la segunda), si rechazan el "encarnizamientoterapeútico", o la actitud del médico que, ante la certeza de que los remedios ya no proporcionarán beneficio al enfermo, insiste en prolongar el tratamiento.

La Iglesia defiende que el moribundo tiene unos derechos (no sufrir inútilmente, decidir sobre sí mismo y sobre las intervenciones a que se la han de someter, entre otros), pero que no justifican la legitimación de la eutanasia pasiva por omisión.

Respecto al capítulo "la Sociedad ante la eutanasia", el documento presenta el debate como un roblema social del siglo XX, que ha surgido después de haber sido superado durante siglos y promovido por "pequeños grupos" con "cierta mentalidad de relativización del respeto debido al ser humano".

NO ES CIVILIZADO

"Aceptar la eutanasia no es un signo de civilización", aunque se presente como una forma más de luchar contra el dolor y el sufrimiento, afirma la Iglesia. "Eliminar al que sufre para que deje de sufrir", añade, "revela un profundo desprecio hacia la dignidad radical del ser humano y es es incompatible con la civilización".

El coste social de legalizar la eutanasia consistiría en abrir las puertas a "prácticas siniestras, pues la compasión podría ser utilizada para justificar la eliminación de los débiles, los deficientes, los terminales" y se harían comprensibles presuntos intereses públicos, subraya el documento.

Sobre los grupos que defiende la legalización, la Iglesia considera que constituyen "una minoría exigua en relación con el conjunto de la sociedad", que utilizan técicas para intoxicar a la opinión pública.

El capítulo referido al Estado, la Iglesia considera que la Constitución española reconoce el derecho a la vida de todos los seres humanos, así como el resto de las leyes, en especial el Código Penal, y que una sentencia del Tribunal Constitucional ha negado que exista un derecho a morir protegido en la Constitución.

Sin embargo, contra el reconocimiento que pudiera hacer el Estado del derecho del enfermo a elegir su propia muerte, la Iglesia esgrime que "l pretendido derecho del enfermo a decidir el cómo y el cuándo de la propia muerte tropieza con un obstáculo insalvable": el de que no puede ejercer ese derecho por sí solo, sino que ha de incorporar necesariamente a su decisión a otras personas, por lo que llegaría a crearse una "obligación de matar".

(SERVIMEDIA)
04 Mar 1993
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