Se trata de un programa piloto que dará comienzo el mes que viene en las etiquetas de sus zumos de naranja, patatas fritas, bombillas de bajo consumo y detergentes, que exhibirán los gramos de CO2 emitidos a la atmósfera durante los procesos de elaboración, fabricación y distribución.

La cadena de hipermercados ha trabajado con Carbon Trust - una organización financiada por el Ejecutivo británico que ayuda a las empresas a reducir sus emisiones de dióxido de carbono- con el fin de encontrar un método adecuado para calcular las emisiones y etiquetar los productos, y se propone generalizar el uso de estas etiquetas a todos sus artículos.

"De este modo, los consumidores podrán saber las emisiones de dióxido de carbono generadas en la elaboración y distribución de los productos y la media de su categoría, lo que les permitirá compararlos con otros y elegir el menos dañino para el medioambiente, del mismo modo que pueden hacer ahora con los ingredientes o las calorías", explicó Terry Leahy, presidente de Tesco.