"HA SIDO UN MINISTRO EJEMPLAR, INFATIGABLE VALEDOR DE LOS INTERESES DE ESPAÑA", OPINA REY DE FERNANDEZ ORDOÑEZ

MADRID
SERVIMEDIA

"Ha sido un ministro ejemplar, infatigable valedor de los intereses de España y clarividente intérprete del Gobierno en el desarrollo de nuestra política exterior".

Este es el último elogio que recibió Francisco Fernández Ordóñez y su autor fue el rey don Juan Carlos, en el Consejo de Ministros celebrado en la Rábida (Huelva) el pasado 3 de agosto.

Esas palabras encierran un agradecimiento por 25 años de servicios al Estado que comenzaron en el régimen anterior y qe se prolongaron hasta el mes de junio pasado.

Francisco Fernández Ordóñez es, a decir de sus detractores, un hombre que hacía cualquier cosa por `salir en la foto' y, según sus admiradores, hacía bien las cosas en los cargos que ocupó.

Ponen como ejemplo de ello el haber ayudado a cambiar España, primero con sus leyes del Divorcio y de Reforma Fiscal y luego, durante su etapa con los socialistas, reforzando el papel de nuestro país en el mundo.

No obstante, nadie le quita un ápice de la fam de "conspirador" que algunos le adjudican y de la que dan cuenta las innumerables anécdotas que de él se cuenta, como, por ejemplo, que Joaquín Garrigues Walker, ya fallecido, le preguntaba cada día durante la transición: "¿Cuántas veces me has traicionado hoy, Paco?".

Una fama que se ganó en las primeras reuniones después de la caída de Arias Navarro, cuando ejercía de hombre-enlace para Areilza. Finalmente, fue Adolfo Suárez el designado para la presidencia del Gobierno y Fernández Ordóñez se incororó al equipo de la transición, que era UCD.

Pero su historia política comenzó antes. Miguel Boyer recordaba no hace mucho en el diario "El País" cómo fue Fernández Ordóñez quien le metió en el INI, cuando fue nombrado presidente del organismo público, en 1974.

Desde ese cargo defiende a sus subordinados Boyer y Carlos Solchaga, considerados subversivos por el régimen. "No obstante, implicarse en política sólo lo hace a la muerte de Franco", asegura Boyer.

Cuentan las crónicas que fue entoncs cuando Ordóñez, con 45 años de edad, creó Izquierda Socialdemócrata; una aventura política que inició con Luis González Seara.

Con ese grupo entró en UCD, porque "él siempre se ha movido entre el idealismo y los programas; entre la ciencia y la conciencia de sacar aquello adelante. Paco, para mí, es un hombre con carisma", dice Carmela García Moreno.

De 1977 a 1980, Ordóñez se tiene que pelear con las fuerzas vivas del anterior régimen para sacar adelante la reforma fiscal y con la Iglesia parahacer lo propio con la Ley del Divorcio.

"El divorcio se hizo contra todos", recuerda el que fue subsecretario de Justicia bajo su mandato, Enrique Linde. "Había un precedente. Una ley elaborada por Garrigues padre, y que siguió manoseándose siendo ministros Landelino Lavilla e Iñigo Cavero".

Al final logró su objetivo por tan sólo tres votos en el Congreso de los Diputados.

"CALL ME PACO"

Pero su gran momento llegó en 1985, cuando Felipe González decidió sustituir a Fernando Morán en Asunos Exteriores, según numerosas fuentes, por los enfrentamientos entre ambos, sobre todo a propósito de la OTAN.

González necesitaba de alguien que gestionase el "OTAN, de entrada sí" en que se había transformado aquel legendario "OTAN, de entrada no", que fue uno de los banderines de enganche que utilizó el PSOE para sumar votos en 1982, y Morán no estaba dispuesto.

Linde confirma esta versión: "Creo que estuvo (Morán) tres años porque Felipe González no podía hacer ministro a uno que acababa de erlo de la UCD. Morán lo recuerda en su libro; dice que le perseguía constantemente la `sombra' de Ordóñez, hasta que le alcanzó".

Con su habitual carisma para las relaciones públicas, Ordóñez se ganó el afecto de sus homólogos de todo el mundo (el francés Roland Dumás vino expresamente para visitarle convalenciente en casa y quería traerse consigo al ministro alemán).

"Call me Paco", dijo en sus primeras reuniones el secretario de Estado de los EE.UU., James Baker; una familiaridad que mantenía ambién con el ministro de Exteriores soviético en la era Gorbachov, Edvard Shevardnadze.

Del primero consiguió una renegociación del tratado bilateral entre España y los norteamericanos. A él se le atribuye la retirada de los F-16 de Torrejón.

Lo que no tenía tan estudiado era la maraña jurídica de la Comunidad Europea. Y cuando los periodistas diplomáticos le preguntaban por algún asunto espinoso por su complejidad, él obviaba la materia.

Al terminar la rueda de prensa, alguno de sus ayudanes decía al incómodo informador: "Sí, claro, se habló de ello, pero en ese momento el ministro había salido de la sala para hablar por teléfono con La Moncloa".

A medio camino entre marcharse o quedarse (numerosas veces antes de junio de este año manifestó sus ganas de abandonar), todavía logró dos éxitos más: la `cumbre de paz árabe-israelí' y la II Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno hispanoamericanos.

Al final, en cierta medida, se equivocó en su definición de la tarea de un ministro de Exeriores: "Trabajamos como los constructores de las catedrales, para algo que no veremos nunca".

(SERVIMEDIA)
06 Ago 1992
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