Los animales, que miden aproximadamente medio metro y son de una especie muy común en las costas canarias, estaban expuestos en la pared del restaurante de esta localidad, enclavada en un zona turística. El dueño señaló a los agentes que los había comprado hace doce años a un vendedor ambulante.

Esta especie de tortugas está en peligro de extinción y su tenencia está prohibida por la ley. Por ello, los agentes de la Guardia Civil requisaron los animales y los trasladaron al Cetro de Recuperación de Aves de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno canario.

Un portavoz del SEPRONA dijo a Servimedia que desconoce si el dueño del restaurante será multado, ya que cuando adquirió las tortugas no estaban protegidas por ninguna ley.