Según Greenpeace, los pesqueros ilegales tienen su puerto base en Benicarló, Burriana, Casas de Alcanar, Castellón, Cullera, Denia, Gandía, Peñíscola,Sagunto, San Carlos de la Rápita y Vinaroz.

La técnica utilizada es el arrastre de fondo, que consiste en remolcar un gran saco de red con puertas metálicas por el lecho marino para pescar especies como la merluza, el salmonete y la bacaladilla. Es un arte muy poco selectivo que puede capturar hasta 50 especies distintas es una sola operación.

Las puertas y cadenas metálicas provocan daños muy graves a los ecosistemas del fondo marino, especialmente a las praderas de 'Pesidonia oceanica', más concidas como "alguers", y cuya importancia ecológica es comparable a la de los bosques de tierra.

Según Greenpeace, "por su bajísima selectividad y alta capacidad destructiva, el arrastre de fondo en el Mediterráneo está prohibido desde hace más de 30 años por la legislación pesquera del Estado español a profundidades menores a los 50 metros de capacidad".

"Sin embargo", añaden los ecologistas, "esta legislación se incumple sistemáticamente. El arrastre ilegal en fondos prohibidos es un hecho habital y sobradamente conocido por los propios pescadores, así como por los científicos y las organizaciones ecologistas, y por supuesto la Administración, tanto a nivel estatal como autonómico".

A pesar de ello, como ha denunciado Greenpeace en numerosas ocasiones, el arrastre ilegal continúa devastando los fondos marinos, como lo demuestran los 32 barcos ilegales encontrados por la organziación ecologista en tan solo dos días, a profundidades de 30, 20 e incluso 16 metros.

"La pesca destructiva, coo el arrastre ilegal o las redes de deriva, es una de las más graves amenazas ecológicas que se ciernen sobre el Mediterraneo", declaró Marion Stoler, responsable de ecología marina. "El arrastre ilegal está en boca de todo el mundo, ya es hora de ponerle una solución definitiva".