El joven, que permaneció casi 24 horas atrapado a 360 metros de profundidad, declaró a la cadena Ser, poco después de salir a la superficie, que la gimnasia y la oración le salvaron la vida.

"Los últimos metros", añadió, "los subí como un rayo. Nunca había subido tan deprisa porque estaba convencido de que me iban a rescatar, ya que todos los espeleólogos somos conscientes de que, tarde o temprano, vanir a buscarnos".

Gabriel aseguró que pudo dormir una hora y media y que cuando despertó estaba congelado. Fue entonces cuando comenzó a hacer gimnasia hasta lograr desentumecer los músculos.

"Psicológicamente ha sido una prueba tremenda, porque caía agua por todas partes, pero me ayudó mucho rezar", indicó el deportista.

Tras señalar que la manta térmica que llevaba le fue de gran utilidad, el espeleólogo declaró que en ningún momento se sintió desesperado y que está dispuesto a bajar a la ueva de nuevo.

Gabriel Ortiz formaba parte de una cordada de cuatro jóvenes, integrantes del Grupo Espeleólogo de la Escuela de Aparejadores de Madrid, que se adentró en la sima en la tarde del pasado domingo.

El joven quedó atrapado y separado del grupo en la madrugada del lunes, cuando escalaban sobre una cascada y la cuerda que le sujetaba se quedó enredada, como consecuencia de una violenta avalancha de agua.