Mientras un grupo de personas se mostraba alegre y coreaba con palmas el nombre de "Felipe, Felipe", otro sector, menos alegre y algo más exaltado, le silbaba y profería contra él gritos de "chorizo", "pringao" y "ladrón".

A las 9,40 horas de la mañana, cuando Felipe González entró en el Supremo, sólo los primeros, los simpatizantes, le mostraron su solidaridad con tenues aplausos.

González contestó durante casi tres horas a las preguntas de los abogado. Se mostró tranquilo en todo momento y sólo las preguntas del letrado Fernández de La Lama (defensor de Damborenea) y José Luis Galán (acusación popular) crearon algo de tensión en los interrogatorios.

A las 11,45 horas, el presidente del tribunal, José Jiménez Villarejo, decretó el habitual receso y recordó a González que no podía abandonar la sala. Un agente judicial, a instancias de González, llamó al guardaespaldas del ex presidente, quien le facilitó un paquete de tabaco.

González permaneci 26 minutos solo en el Salón de Plenos, fumando y paseando entre los bancos que ocupan los procesados, según confirmaron a Servimedia fuentes del Alto Tribunal.

Por otra parte, la declaración de González no confirmó la expectación que se anunciaba. Ni siquiera la Sala de Plenos se llenó, aunque sí contaba con más aforo del habitual. Entre los periodistas, sólo algunas nuevas incorporaciones, junto con tres corresponsales de periódicos extranjeros.