Urretavizcaya, durante su declaración ante la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, declaró no haber gritado "¡Gora ETA!" en ningún momento y alegó que levantó los brazos para saludar en respuesta a los gritos de "ánimo y cariño" de las personas congregadas a la salida de la Basílica de la Purísima Concepción de la localidad vizcaína de Elorrio, localidad donde tuvo lugar el funeral.

Al juicio acudieron, en calidad de testigos, dos agentes de la Policía Autónoma Vasca. El primero de los ertzainas en declarar, encargado de la custodia del preso durante el traslado, indicó que permaneció junto al acusado en todo momento y que a la salida del funeral había congregadas "unas 200 personas".

"La gente se echó encima a raíz de que el acusado gritara 'Gora ETA'. Fue entonces cuando los antidisturbios tuvieron que actuar", señaló el agente.

El segundo de los ertzainas que declaró indicó que la gente allí presente intentó abalanzarse sobre el vehículo policial y empezaron a insultar a los agentes. Aun así, dijo no haber escuchado a Urretavizcaya lanzar proclamas a favor de ETA.

Los familiares del acusado aseguraron ante el tribunal que a la salida de la basílica se habían reunido "muchas personas" que lanzaban gritos de ánimo y aplaudían a Urretavizcaya, pero quisieron dejar claro que no oyeron que el acusado gritara esas palabras, puesto que el bullicio y el ruido se lo impedía.

Tras el turno de los testigos, el fiscal Bautista confirmó su petición de dos años de cárcel para el acusado y pidió al tribunal una sentencia condenatoria.

Por su parte, la defensa pidió la libre absolución de Urretavizcaya y señaló que la fiscalía no puede sostener la acusación de su defendido "basándose sólo en las declaraciones de un testigo".

Después de escuchar las conclusiones de la Fiscalía y de la defensa de Urretavizcaya, el presidente del tribunal, Alfonso Guevara, decretó el visto para sentencia.