Forteza explica en su artículo que el resto del dinero se lo llevan los impuestos. "El Gobierno español aceptó en 1991 en el Ecofin la implantación de una armonización fiscal de los impuestos sobre el tabaco en el plazo-suicida- de tres años (o, con mayor precisión, en cuatro primeros de enero consecutivos)".

Hasta 1991, el Estado había incrementado los impuestos de los cigarrillos a un ritmo inferior al que aplicaban los demás países europeos, según Forteza, porque tenía miedo a su repercusión en los precios y porque el mercado español está históricamente contaminado por productos de contrabando.

A partir de esta fecha, los ministros de finanzas acordaron arminizar fiscalmente los impuestos indirectos en todoslos Estados miembros para evitar que en una Europa sin fronteras unos países se beneficien más que otros, exclusivamente por tener menores impuestos indirectos.

"Por haberse 'pasado' en su afán recaudatorio y europeísta de armonización fiscal rápida, la Hacienda Pública ha perdido la posibilidad de recaudar los impuestos de los 400 millones de cajetillas en que se ha incrementado el contrabando; lo que supone, nada menos, que unos 80.000 millones de pesetas al año", afirma.

La revista "El fumador, que viene a cubrir el vacío que existe en España de información especializada y dirigida a este colectivo, recoge en su primer entrevistas con Javier Areitio, director de Asuntos Corporativos de Philip Morris España; con el representante de la Tabacalera cubana, Lázaro Romero; y con Manuel Pujol, consejero técnico de la Delegación del Gobierno en el Monopolio.