ETA

EL ETARRA IGOR ANGULO APARECIÓ MUERTO EN SU CELDA CON LAS MANOS ATADAS A LA ESPALDA CON UNA CUERDA DE HACER PULSERAS

MADRID
SERVIMEDIA

El preso de ETA Igor Angulo, que apareció muerto en su celda de la prisión de Cuenca el pasado 27 de febrero en lo que se dictaminó como un suicidio, tenía las manos atadas a la espalda con una cuerda de hacer pulseras.

Así lo confirmó hoy la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, que compareció en la Comisión de Interior del Congreso de los Diputados para dar cuenta, entre otras cosas, de los últimos suicidios de presos.

Según la secuencia de hechos relatada por Gallizo, el personal comprobó, al hacer el recuento de internos, que la mirilla externa de la celda de Angulo estaba obstruida por la puerta de madera del armario empotrado, que estaba abierta.

Abrieron la celda y comprobaron que la litera estaba desplazada en forma diagonal, y el interno se encontraba al fondo colgando por el cuello del marco metálico de los barrotes de la ventana.

El interno estaba sujeto por el cuello con cordones de botas y tenía las manos atadas con una cuerda, "la derecha a la altura del bolsillo del pantalón y la izquierda por detrás".

La cuerda era de las utilizadas en la prisión para hacer pulseras, y luego se comprobó que Angulo solicitaba ese material. Estaba atada con tal fuerza, que tuvo que ser cortada con unas tijeras ante la imposibilidad de desatarla manualmente.

Igor Angulo mantenía relaciones familiares normales con visitas periódicas y participaba en actividades deportivas, sin que exista constancia de patologías o ansiedad. Tan sólo consta una consulta médica el pasado mes de diciembre por "molestias derivadas de la práctica del futbol".

Mercedes Gallizo aseguró que la actuación del personal de la prisión fue acorde a las normas, sin que pueda derivarse responsabilidad alguna sobre lo sucedido.

Otro de los casos relatados por Gallizo fue el de Roberto Sainz Olmos, vinculado a ETA, que apareció muerto en su celda de la prisión de Aranjuez el pasado día 3 después de sufrir un infarto.

Sainz Olmos padecía dolor precordial de un año de evolución, era fumador y padecía de exceso de colesterol, por lo que el servicio médico de la prisión solicitó una interconsulta al departamento de cardiología del hospital Gregorio Marañón.

Se solicitaron pruebas diagnósticas pero no se le pautó tratamiento. Tres días antes de su muerte, explicó Gallizo, Sainz Olmos fue sometido a un electrocardiograma en el que no se apreció ninguna alteración significativa.

Mercedes Gallizo concluyó que la actuación de los servicios penitenciarios fue "diligente" y, tampoco en este caso, puede derivarse responsabilidad alguna.

Otro suicidio del que dio cuenta la directora general de Instituciones Penitenciarias fue el de F.M.O.T., que apareció muerto en su celda de Nanclares de Oca el 1 de marzo. Había sido trasladado allí para asistir a un juicio y le encontraron colgado por el cuello de una sábana sin que los servicios médicos pudieran siquiera iniciar procedimientos de reanimación.

En la prisión de Soria, el 31 de octubre de 2005, aparecieron muertos dos presos con circunstancias personales y penales muy diferentes, uno de los cuales cumplía condena por colaboración con banda armada.

Uno fue encontrado arrodillado y con el cuello pendiendo de la ventana, situada a baja altura, de lo que se dedujo que había mantenido esa posición hasta lograr perder el conocimiento. Otro se había colgado de los tubos de la calefacción con una sábana.

No existe, aseguró Gallizo, dato ni circunstancia que permita relacionar estas dos muertes, más allá "del azar o la fatalidad".

En todos estos casos, como en el de J.L.F.G., que apareció el 10 de noviembre en Martutene con el cuello colgando de la puerta del baño gracias a los cordones de unas zapatillas de deporte, Gallizo exculpó sin duda alguna al personal penitenciario.

Precisó que las personas en prisión "son muy vulnerables a muchas cosas" y el personal penitenciario desarrolla un considerable esfuerzo de atención para detectar los riesgos y tratar de minimizarlos.

Mercedes Gallizo explicó que en 2005 fallecieron 201 internos, con una tasa que se ha ido reduciendo y de la que resulta significativo la reducción de muertes violentas.

De esos 201 fallecidos el pasado año, 84 lo fueron por causas naturales, 35 por sida, 43 por sobredosis de estupefacientes, 33 por suicidio, cuatro por accidente y dos están pendientes de peritación.

(SERVIMEDIA)
23 Mar 2006
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