De los 30 oftalmólogos visitados en Madrid, Barcelona, Oviedo, Sevilla y Valencia, el estudio señala que 9 cometieron fallos leves que podrían haber causado problemas con el tiempo, 2 cometieron errores graves que podrían haber originado daños visuales y 5 prescribieron gafas que la paciente no hubiera podido ponerse.

En una de las consultas se diagnosticaron unas cataratas que la encuestadora de la OCU no padecía, recomendándosele incluso una intervención uirúrgica.

En el estudio salen mejor parados los optometristas. Sólo uno se equivocó en la medición de la visión de la paciente, aunque el error fue grave y hubiese impedido el uso de las gafas prescritas.

Sin embargo, mientras 29 de los 30 oftalmólogos se interesaron por los antecedentes clínicos de la encuestadora, sólo un óptico lo hizo.

La OCU aconseja a toda persona que sospeche que está usando unas gafas erróneamente prescritas (los síntomas pueden ser dolores de cabeza, cansancio, difcultades de visión o malestar) que pregunte al profesional que le graduó cuál es el periodo de adaptación de sus nuevas gafas.

Si pasado ese periodo no hay mejoría, es probable que las gafas no sean las adecuadas, por lo que conviene llevar la receta y las gafas al óptico al que se las haya encargado, para que compruebe si se ajustan a lo prescrito.