El estado del barco es bastante inusual, ya que se encontró a 300 metros de profundidad cerca de la costa de Turquía. Sin embargo, una hipótesis barajada por el propio explorador es que a esa profundidad no hay oxígeno, por lo que los organismos que se alimentan de madera no pueden sobevivir en ese ambiente.

La conservación de los barcos con miles de años de antigüedad sigue siendo una incógnita para los científicos. Esta cuestión ha dado lugar a nuevos replanteamientos sobre la construcción de los navíos de antaño.