Leguina comienza su artículo recordando el homenaje a Jaime Mayor Oreja, en Madrid, el pasado 5 de abril, en el que estuvieron "los dueños y señores de la prensa escrita, radiada y televisada próxima al PP". "Todos juntos y revueltos homenajeando a un ministro de Interior y, a la vez, apoyando a un candidato en plena campaña electoral. Una exhibición de poder, en verdad, obscena y también amenazadora".

"Hasta ahora los que fueron ministros de Interior en l democracia, acostumbrados a recibir varapalos durante su ejercicio, fueron sólo elogiados, como Rosón, tras su funeral, o siguen perseguidos sin tregua y con saña por los mismos que ahora aplauden a su sucesor. Pero ya se ve que Jaime Mayor es muy otra cosa", agrega.

Leguina considera que Mayor tocó durante su mandato "las teclas que había que tocar para ser intocable: las mediáticas", a pesar de lo cual su paso por el ministerio ha dejado "más borrones que escritura, más nubes que claros".

Comoejemplos, subraya la disminución de la eficacia policial ante la delincuencia ordinaria o la "barbaridad política" de la Ley de Extranjería. "Pero eso poco importa, nos dirán, pues lo que ahora se precisa, lo único que merece la pena es ganar en el País Vasco. A lo que se ve, por encima de todo, a cualquier precio. Incluso a costa de las formas, que son garantes de la convivencia. Todos contra el nacionalismo vasco, a quien se criminaliza".

"Metidos en esa dinámica dicotomizadora, habremos de admitir ue los etarras nos llevan del ronzal. Deseosos de la guerra civil, los terroristas, no sólo siguen matando, también nos empujan hacia enfrentamientos indeseables, pre-políticos, en el mejor de los casos, pre-bélicos, en el peor".

Leguina sostiene en este artículo que la llegada del PP al Gobierno central ha permitido "abandonar escrúpulos previos" a la hora de responsabilizar de la violencia no sólo a sus autores materiales, sino también a sus "jaleadores y sostenedores".

Recuerda Leguina que losgobiernos democráticos han sostenido esa relación entre los terroristas y sus apoyos, pero todos los predecesores de Mayor Oreja recibieron la negativa judicial y mediática. "¿Cómo es posible que con igual Constitución e idénticas leyes, las mismas personas puedan defender hoy lo que ayer criticaban?", se pregunta.

Subraya a continuación que el giro estratégico del PNV puede ser criticable políticamente, pero no modificó las leyes penales. "¿Por qué los intelectuales mediáticos, antaño tan comprensivo con el nacionalismo vasco, se han tornado hogaño sus principales atacantes? Todo el mundo tiene derecho a cambiar, pero cuando quien cambia es, a la vez, un líder de opinión, la decencia intelectual le exige dar una explicación cabal de ese cambio".

"¿Por qué ahora sí es legítimo saltarse las barreras y olvidar la debida independencia institucional para juntar todas las fuerzas en torno a un proyecto político de derechas?", sigue preguntándose Leguina, para quien no vale el argumento de que el terrorsmo "aprieta ahora más que nunca".

"No nos debemos engañar", concluye. "Se trata también de reescribir la historia más reciente. De reescribirla imponiendo el silencio, la espiral de silencio que acompaña a todas las grandes campañas mediático-judiciales con efectos políticos avasalladores".