En una sentencia hecha pública hoy, el tribunal considera probado que el 21 de noviembre de 1989 los policías abusaron de la menor, que se había fugado de su domicilio y ejercía la prostitución en la capital canari.

Los procesados instaron a la joven a subir en el coche patrulla y la condujeron a un lugar no determinado. Miguel Ruiz se ausentó durante unos minutos para cubrir un servicio en un hospital. Su compañero aprovechó para abusar de la joven "aprovechando la situación que con su condición de policía le otorgaba, junto a la edad de la víctima".

Una vez consumada la violación, Fernando Alfonso Olivares fue al centro hospitalario a relevar a Ruiz, que regresó junto a la joven para obligarla a realizarel acto sexual, pese a la oposición de la víctima, que le amenazó con denunciarle.

Los agentes dejaron a la muchacha en la misma calle donde la habían recogido, pero al enterarse de que ésta había conseguido un certificado médico probando que había sufrido lesiones por agresión sexual, fueron a buscarla de nuevo y la detuvieron acusándola de llevar consigo papelinas de droga y una navaja.