Estos profesionales, que sólo son inscritos en el registro de inoculaciones accidentales si su test del SIDA es negativo, se someten a un seguimiento mínimo de doce meses antes de excluir la seroconversión como resultado de su contacto con el virus.

El colectivo que cuenta con un mayor número de profesionales inscritos en el registro es el de los estudiantes y personal de enfermería, con 567 casos, lo que supone el 63 por ciento del total.

Los médicos acaparan el 16 por ciento de los casos de exposición accidental (unos 143), seguidos de los auxiliares sanitarios, con 129 (14,4 por ciento) y los celadores, con 26 contagios (2,9 por ciento).

Las profesiones sanitarias con un menor riesgo de padecer accidentes son los técnicos de laboratorios, que suponen un 2,2 por ciento del total de afectados, el personal de limpieza (0,8 por ciento) y otros empleados sanitarios (0,3 por ciento).

El pinchazo con una jeringuilla infectada es el accdente más usual declarado por estos sanitarios, que afectó a 684 de los profesionales controlados.

El contacto con heridas de pacientes fue el origen de 120 exposiciones al virus, la incisión con objeto cortante impregnado de sangre lo fue en 35 ocasiones, el contacto con mucosas en 21 y en 4 casos se desconoce el origen.

Por características personales, el 78 por ciento de los sanitarios incluidos en el registro son mujeres y más del 60 por ciento tienen entre los 20 y 39 años.

Respecto a la zonas hospitalarias donde ocurrieron las inoculaciones, el área clínica registra más de la mitad de los accidentes, los quirófanos fueron el escenario del 17 por ciento de los casos, el laboratorio y la Unidad de Cuidados Intensivos algo más del 10 por ciento y el servicios de urgencias el 7,6 por ciento.