En el registro practicado en su domicilio, los agentes intervinieron un rifle del calibre 243 con silenciador y sistema de alumbrado halógeno, dos focos portátiles, tres miras telescópicas, dos prismáticos de gran alcance, numerosa munición, cepos, hachas, cuchillos de monte y achetes para descuartizar, entre otros muchos objetos.

Las investigaciones comenzaron hace un año, a raíz de las informaciones que indicaban la existencia de una persona dedicada a la caza furtiva en diferentes zonas de los Montes de Toledo. El Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil confirmó las sospechas y comprobó que el cazador iba acompañado habitualmente de su esposa.

El hombre cazaba de noche, valiéndose de su amplio conocimiento de la zona y ayudado por un dipositivo de luz halógena acoplado al rifle. Tras abatir las piezas, las descuartizaba y transportaba hasta su domicilio. La cabeza de cada animal la utilizaban para la obtención de trofeos que destinaban al coleccionismo particular y la carne la vendían en distintas localidades de la zona, sin ningún tipo de control sanitario.

En el domicilio del matrimonio, los agentes hallaron también un trofeo de avutarda (ave incluida en el catálogo de especies amenazadas de Castilla-la Mancha), 134 trofeos de coro, 13 de muflón, cinco de cabra montés, 99 de ciervo y 5 de gamo.