En el bombardeo, otros cuatro edificios vecinos quedaron reducidos a escombros y al menos una veintena resultaron seriamente dañados, si bien las familias residentes en la zona lograron huir antes del ataque.

A pesar de esta pérdida, la red médica de Cáritas en Gaza sigue funcionando a través de otros cinco centros de atención primaria en la franja, así como de una clínica móvil.

El mismo día del ataque, Cáritas Internationalis suscribió en Ginebra (Suiza), junto a otras tres organizaciones (Dominicos por Justicia y Paz, Juventud Estudiantil Católica Internacional y Pax Romana), una declaración conjunta dirigida al presidente del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en la que se condenó "las violaciones de los derechos humanos perpetradas por ambas partes".

En esta declaración, las organizaciones firmantes hicieron un llamamiento al Consejo para que urja a Israel y a Hamás a que "se comprometan en un alto el fuego inmediato y permanente que garantice el libre acceso a la zona de la asistencia humanitaria", y a "proteger la vida de los civiles y a respetar la legislación internacional sobre derechos humanos y acción humanitaria".

Por otro lado, Cáritas Jerusalén hizo un llamamiento para recaudar 1,5 millones de dólares (alrededor de 1,1 millones de euros) para poner en marcha un plan urgente de ayuda humanitaria a unas 4.000 familias durante siete meses.