La importancia del proyecto, apoyado por los ministerios de Cultura, Educación y Exteriores reside en el valor de estos documentos, que a pesar del deterioro que sufren muchos, es incalculable y podrían aportar aspectos inéditos sobre la historia de España en Asia durante los tres siglos.

En total existen alrededor de 42.000 legajos, de los que sólo estn clasificados 20.000 pertenecientes al siglo XIX y finales del XVIII y generados por instituciones locales filipinas o por otros organismos del Virreinato de Nueva España.

Sin embargo, la mayor riqueza de este legado constituye la documentación de instituciones y organismos locales, que no tenían relación directa con la Península ni con México. También es importante la existencia de documentación sobre las Islas Marianas y Carolinas, antiguas colonias españolas.

El origen de los documentos se reonta al descubrimiento y conquista de las Islas Filipinas por Miguel López de Legazpi en 1565, durante el reinado de Felipe II.

Filipinas dependió primero del Virreinato de Nueva España (México). Cuando éste obtuvo la independencia pasó a ser administrada directamente por la península hasta la independencia de Filipinas en 1898.

Las causas principales del deterioro y la pérdida de legado documental son los sucesivos cambios de emplazamiento, las guerras, los terremotos y el "anais", un ácaro que e alimenta del papel de los documentos.

SAQUEO INGLES Y YANQUI

La pérdida comenzó en 1762, con el saqueo de los archivos por parte de las tropas inglesas en la ocupación de Manila que se prolongó hasta 1764. En 1898 las tropas nortemaericanas ocuparon la misma ciudad y utilizron documentos para envolver o encender fuego. Para contrarrestar estas pérdidas, la Administración norteamericana creó la Oficina de Archivos de Filipinas en 1900.

El Gobierno filipino creó en 1902 el Archivo Nacional, empazado en el edificio del Ayuntamiento de Manila. Posteriormente, los documentos se trasladaron a diversos edificios, con la consiguiente pérdida de éstos. Es en 1967 cuando encuentran su sede definitiva en la Biblioteca Nacional de Filipinas. El terremoto de junio de 1990 también provocó algunas pérdidas