CORRESPONSALES EXTRANJEROS CUENTAN EN UN LIBRO SU VISIÓN DE ESPAÑA EN CLAVE DE HUMOR
- Destacan el elevado tono de voz y la burocracia entre lo peor, y la sociabilidad como principal virtud hispana
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Defectos, virtudes y tópicos de los españoles observados con la lupa humorística de dieciocho corresponsales extranjeros es el propósito del libro "Vaya país", que ha publicado la editorial Aguilar.
Estos periodistas, algunos de ellos con décadas ya de residencia en España, desvelan las cosas que más les sorprenden de los españoles, lo que más les gusta y lo que más les desagrada.
A la hora de sacarnos los colores, la coincidencia es casi unánime: la pesada burocracia oficial y los guirigáis en que se convierten nuestras conversaciones, con un tono de voz que les resulta muy alto y en el que nos pisamos la palabra unos a otros sin sonrojo.
"La burocracia española sigue siendo una pesadilla, probable herencia de los tiempos de Franco", señala el británico Edward Owen, de "The Times", que asegura que los peores burócratas son los que trabajan en una ventanilla tras un cristal que les separa del público al que atienden, porque "cuanto más larga es la cola que tienen delante y más humillada está la concurrencia, más importantes se sienten"
A su juicio, la palma se la llevan los de la Jefatura Provincial de Tráfico de Madrid, donde "miles de personas se hacinan como ganado todos los días".
El finlandés Jyrki Palo explica que llegó a Madrid en 1996 "y aunque muchas cosas han cambiado desde entonces, otras tantas se mantienen inmutables, especialmente en lo que atañe a la burocracia".
Palo admira la paciencia de los españoles ante este problema, porque se muestran "como si fuera completamente normal que sus asuntos burocráticos no se resuelvan ni en dos o tres semanas...ni en esta vida".
CONVERSACIONES
"A veces", apostilla la francesa Martine Silber, "nos entran ganas de sacudir a nuestros amigos españoles, de decirles que se toman las cosas con excesiva calma y que si no se gruñe no se obtiene nada".
Acostumbrados en las conversaciones de sus países a que un interlocutor espere a que el otro acabe para tomar la palabra, el contraste de aquí les lleva al borde de la exasperación.
"Sólo en España es posible un programa de debates televisivos que consiste en no dejar hablar más de 59 segundos (por el programa de TVE del mismo nombre). Antes de poder desarrollar sólo media idea, la tierra les traga el micrófono", bromea el alemán Martin Dhams.
El periodista del "Berliner Zeitung" en España dice que las tan populares tertulias radiofónicas en España resultan "insufribles para alguien que esté acostumbrado a intercambios de argumentos en vez de intercambios de opiniones rotundas, tres cuartas partes de ellas sin base ninguna".
La japonesa Masako Ishibashi relata que al comienzo de su vida en España, lo que más le llamó la atención fue la manera de hablar de los españoles, "el fuerte tono de voz y la cantidad de palabras que emplean para decir una sola cosa o manifestar una idea".
GAMBAS, AL SUELO
Un detalle de la vida cotidiana que les choca a muchos corresponsales es lo cochinos que somos en los bares. Les deja con la boca abierta ver cómo arrojamos al suelo con toda naturalidad desperdicios de naturaleza variada, como huesos de aceitunas, servilletas o palillos. Es el desafío que Carla Vizthum, corresponsal durante 15 años del "Wall Street Journal", define como "acostumbrarse a las cabezas de gambas que crujen bajo tus pies".
La mexicana Patricia Alvarado se refiere a nuestras maneras como conductores. "Se dice que los españoles son apasionados, pero no reservan sus pasiones para la alcoba y otros lugares menos peligrosos. La viven detrás del volante", afirma. "A estas alturas de mi vida, creo que tengo más posibilidades de fallecer en un cruce de peatones que de volver a casarme".
La relación de cosas negativas de los españoles la extienden también al poco interés por la moda de los hombres (Micheli Coriccelli, de Italia, habla de apego de los chicos a las "tradiciones estéticas"), la pasión por el cotilleo (Patricia Alvarado) y la tendencia al tuteo a las primeras de cambio con un desconocido.
En el lado positivo, mencionan ante todo nuestra capacidad para exprimir al máximo el tiempo de ocio. ¿"Cómo viven los madrileños durmiendo tan poco?", se pregunta Carla Vizthum. "Si se tiene 20 años, el estilo de vida español es magnífico en cualquier caso, pero para los que trabajamos e intentamos llevar un modo de vida 'normal', es muy difícil soportar este ritmo".
La siesta es otro de los grandes hallazgos que atribuyen a los españoles, junto a la buena acogida que creen que se da enseguida a los llegados de fuera en una escalera de vecinos, en comparación con la frialdad que se practica más allá de los Pirineos.
(SERVIMEDIA)
10 Feb 2006
JRN