La fundación es una experiencia piloto sin antecedentes en la ciudad, encaminada a que los guetos desaparezcan. Con la puesta en marcha del patronato, serán realojadas 33 familias de raza gitana que en la actualidad viven en las chabolas de la zona Montemolín-Las Fuentes. Las 33 familias no vivirán en pisos en un mismo bloque o en pisos cercanos, sino que serán distribuidas por todo el barrio.

Gobiernode Aragón y Ayuntamiento de Zaragoza aportarán un total de 250 millones de pesetas para un programa que se prolongará durante tres años. Para 1992 el Ejecutivo aragonés consignará 50 millones de pesetas y el consistorio zaragozano 125.

Con ese dinero, el patronato comprará pisos en lugares dispersos del barrio de Las Fuentes, la mayoría de segunda mano, donde vivirán los chabolistas pagando un alquiler simbólico.

Nardo Torguet, concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Zaragoza y presidene de la Junta Municipal del barrio de Las Fuentes, explicó que "el proyecto parte de la base de pretender integrar al colectivo de treinta y tres familias en el barrio. El tipo de vivienda va a ser el de tipo medio y normal existente en Las Fuentes y la fundación no pretende la entrega de esas viviendas, sino el alquiler subvencionado en los tipos actuales".

Además de solventar el problema de la vivienda entre las personas de raza gitana que viven en chabolas, la fundación también tiene como objetivo a integración en el entorno social que rodee a sus nuevas viviendas, una adaptación que, según la presidenta de la Asociación de Promoción Gitana, Pilar Clavería, se cumplirá, puesto que "ya hay otras familias a las que hemos sacado de chabolas y están viviendo como cualquier otra familia normalizada de Zaragoza".

La única condición que se les pone a estas familias para adquirir la vivienda es la de participar en un curso de adaptación social, en el que se les enseñará a vivir en sociedad, utilizar elctrodomésticos y normas de higiene.

Además, los niños tendrán que asistir obligatoriamente a la escuela. La fundación pondrá a prueba a estas familias durante un año y en el caso de que no puedan adaptarse a esta nueva vida se les quitarán las viviendas.

La colaboración del tejido social del barrio es esencial para el éxito de este proyecto, según los promotores, ya que los propios vecinos y las parroquias van a seguir de cerca cada uno de los casos para tratar de conseguir la integración de las ien personas que abandonarán las chabolas.