Para Confemetal, el elevado diferencial de precios con el exterior es uno de los principales problemas a solucionar, ya que perjudica seriamente a los productos españoles. La patronal del metal indica que, mientras la tasa de inflación interanual en España se sitúa actualmente en el 4,4 por ciento, la meia de las economías europeas no supera el 3 por ciento.

Los elevados costes laborales unitarios siguen siendo también un problema para las empresas, a juicio de Confemetal, a pesar de que su ritmo de crecimiento se ha reducido en los últimos años. En este sentido, insiste en la necesidad de mantener la moderación salarial y flexibilizar más el mercado de trabajo.

Confemetal considera también elevados los tipos de interés, que hacen que el dinero español sea el más caro de Europa, lo que provoca u aumento de los costes financieros de las empresas, reduciendo sus márgenes empresariales y la capacidad inversora de las empresas.

En general, Confemetal considera que los costes empresariales son los más elevados de Europa, destacando el elevado precio de servicios básicos como la electricidad, teléfono, agua o telecomunicaciones, que encarecen los costes finales de las empresas.

A todo ello hay que sumar, según la patronal del metal, una fiscalidad también elevada que soportan las empresas en uestro país, lo que las coloca en una situación de inferioridad frente a sus competidoras comunitarias.

Mejorar las infraestructuras en España, eliminar las barreras técnicas aún existentes a causa del retraso en la armonización de normas y reglamentaciones, mejorar la formación del personal y aumentar el esfuerzo en inversiones en I+D son también claves, a juicio de Confemetal, para mejorar la competividad de las empresas españolas.

Finalmente, Confemetal destaca la necesidad de "hacer más rentale el esfuerzo del empresario español en el desarrollo de sus innovaciones y en su capacidad de aceptar riesgos" y de "favorecer la gestión empresarial que busca la diferenciación de los productos, el aumento de la calidad y la mejora de las redes de comercialización".

"En resumen", concluye el decálogo, "se trata de mejorar nuestros niveles de competitividad desde todos los ámbitos posibles, garantizando un funcionamiento eficiente de los mercados, creando un marco de estabilidad de precios y salario, introduciendo los cambios necesarios en la actitud de empresarios, trabajadores y consumidores, con una política industrial capaz de incentivar y que mejore la productividad".