Finalmente, el Tribunal Supremo ha dado la razón a los industriaes y ha aclarado el quid de todo el embrollo jurídico: la cabeza del toro está comprendida dentro del término carne de res, por lo que los carniceros que compraron la carne también tenían derecho a recibir esa parte del cuerpo.

De esta forma, los tenderos han conseguido una reliquia de incalculable valor, porque, según los expertos taurinos, en la actualidad hay pocas cabezas disecadas de toros que hayan matado a toreros.

Según el abogado de los industriales, cuando empezó el pleito un perito tas la cabeza de "Burlero" en 6.000 pesetas, cantidad muy exigua para lo que puede considerarse ya como una auténtica pieza de museo.

"El Yiyo" figuraba en el cartel de la corrida celebrada el 30 de agosto de 1985 en la plaza de toros de La Corredera, en Colmenar Viejo, localidad situada a unos 20 kilómetros de Madrid.

El diestro de Canillejas, que por quel entonces contaba 21 años, sustituía a Curro Romero, quien el día anterior se lesionó en Linares (Jaén).

El segundo toro de su lote, "Burler", le partió el corazón de una cornada cuando acababa de propinarle una estocada entera. El animal se revolvió, le tiró al suelo y le volteó el asta ya clavada en el corazón.

El matarife conservó la cabeza del morlaco y la empresa que en 1985 era la adjudicataria de la plaza, Melán S.A., decidió disecarla y quedarse con ella.

Por su parte, los carniceros recurrieron a los tribunales para recuperarla, por considerar que tenían derecho a ella, ya que pagaron la carne de los toros.