Según Débora Gutiérrez, directora del centro, “nuestro objetivo es favorecer la conciliación laboral y familiar” y ofrecer un espacio “donde los niños puedan jugar y desarrollarse cuando sus padres no pueden atenderlos”.

Por las mañanas, asisten 24 niños entre 0 y 3 años de edad, mientras que por las tardes acuden 30 escolares de los 4 a los 12 años. “Aquí realizan sus deberes con supervisión y apoyo”, prosiguió, pero, sobre todo, "disponen de un espacio para divertirse y jugar”.

Las tres educadoras que trabajan por la tarde, las tres de la mañana y el personal voluntario les ofrecen ayuda con los deberes, pero este no es un proyecto específico de refuerzo escolar, explicó Gutiérrez. “Claro que organizamos actividades lúdicas en las que los niños participan si quieren”, dijo, y subrayó que, “sobre todo, ponemos a su disposición un lugar donde pueden jugar, pasarlo bien y estar cuidados”.

Desde este centro se ofrece también acompañamiento integral a las familias que lo necesitan, en colaboración con otros proyectos dentro de Mensajeros de la Paz y con los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid.

La gran mayoría de los pequeños vive en el barrio o sus padres trabajan allí. Muchos han sido derivados por los Servicios Sociales (el 100% de los que asisten a la guardería), aunque “algunos también llegan recomendados por otras ONG, colegios de la zona o porque sus hermanos mayores ya estuvieron con nosotros”.

NUEVA ETAPA

Tras un tiempo cerrado por la pandemia, 'la casita' pudo reabrir sus puertas "con una metodología de trabajo renovada, centrada en las necesidades individuales de cada niño”, apuntó la directora.

Agregó que “desde que reabrimos la demanda no ha parado de crecer. Hemos creado 18 nuevas plazas, y aún así, tenemos más solicitudes”.

El objetivo principal de esta iniciativa es garantizar el bienestar de los niños y las niñas mientras sus cuidadores principales, generalmente las madres, están en búsqueda activa de empleo o trabajando. En concreto, su propósito es fomentar la creación de redes de apoyo mutuo y desarrollar un clima de confianza en los pequeños.

El acuerdo fue ratificado por el Padre Ángel y por José Moro, presidente de Cepa21, que mostró su satisfacción por “poder ayudar a estos niños y también a sus madres”.

Moro destacó “el amor que se respira al entrar” a este centro, donde “se nota que están felices y que se les quiere”. Por su parte, el Padre Ángel agradeció el compromiso de Cepa21, "cuyo apoyo económico es muy importante, pero aún lo es más su interés, su cariño y la visibilidad que pueden aportarnos”. Esta iniciativa demuestra que “sacerdotes y presidentes de ONG no somos suficientes. Para construir un mundo mejor hacen falta empresarios, obreros, trabajadoras y voluntarios como los que aquí colaboran”, declaró.

Este acuerdo se suma a otras colaboraciones de Cepa21 con Mensajeros de la Paz, como por ejemplo los desayunos solidarios ofrecidos en la Iglesia de San Antón. Además del apoyo económico que la fundación presta desde 2019, empleados de la bodega participan puntualmente en el reparto.