Después de felicitar a los acreedores de los premios, el Rey dedicó "un recuerdo especial a García de Paredes, cuya obra perpetúa entre nosotros lo mejor de sí mismo y de su vida".

"Es de lamentar que la muerte nos haya privado de la compañía de uno de los premiados, cuya ausencia nos empobrece a todos", dijo Elliott, que tomó la palabra en representación de los galardonados, "y en este momento solemne saludamos su memoria y expresamo nuestra gratitud por su vida fecunda".

García de Paredes, a quien se deben obras arquitectónicas de la categoría del Auditorio Nacional de Música de Madrid, el Pabellón de los Españoles de Roma y el Palau de la Música de Valencia, falleció hace unos meses en Madrid, a los 66 años.

OTROS GALARDONADOS

Aparte del hispanista John Elliott, fueron premiados el crítico de arte Rafael Santos Torroella, la estudiosa de la obra de Goya Eleanor Sayre, el empresario circense Arturo Castilla y la bailarinay coreógrafa Maya Plissetskaia.

Entre las personalidades galardonadas en la presente edición destacan tres personas relacionados con la industria cinematográfica española: el decorador Enrique Alarcón, el productor Emiliano Piedra y el crítico Ricardo Muñoz Suay, director del Instituto Valenciano de Artes Escénicas, Cinematográficas y Musicales.

El presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, Plácido Arango; el medievalista José María de Azcárate, el traductor portugués José Bento y FranciscoCuenca Anaya, autor de numerosos estudios documentales sobre protocolos notariales, completaron la lista de galardones.

PREMIO PARA EL CIRCO

El empresario de circo Arturo Castilla, que recibió una de las medallas, declaró a Servimedia que "este reconocimiento del circo por parte de las autoridades, que lo han considerado un hecho cultural equiparable a otras artes, supone una revitalización que le permitirá encontrar su propia personalidad".

Castilla aseguró que considera su deber contribuir a a recuperación del prestigio y el apoyo del público al circo para que España vuelva a encontrar el protagonismo que tuvo en las décadas de los años 30, 50 y 60.

Señaló que "sólo si se busca la máxima categoría de los números, se muestra la carga de poesía y cultura, así como los valores éticos, que lleva el circo dentro. Con un nuevo mensaje y un nuevo estilo, podremos devolverle su auténtico papel, que va más allá de conseguir la sonrisa de un niño".